Campana de Largada - Turf Argentino

CONDUCIDO POR VICTOR ESPINOZA EN PASEO EL PUPILO DE BOB BAFFERT HIZO CENTRO DEJANDO NOTABLE IMPRESIÓN, ANTE RECORD DE PUBLICO, POCOS 60.983

Decimos pocos, pero nos imaginamos que en el escenario del Monmounth Park, en oportunidad de disputarse el Haskell Invitational (G1) en la distancia de 1800 metros, sólo entra esa cantidad de personas, para ser record de público en dicho hipódromo, respetando las capacidades del estadio, como se tienen que respetar en todo espectáculo.

El crack que devolvió la sonrisa a los aficionados de todo el mundo, ganando el Kentucky Derby (G1), el Preaknes State (G1) y el Belmond Stakes (G1), de junio a los primeros días de agosto, en lugar de escapar de las tribunas llenas y de los aplausos, volvió a la actividad, bajando de distancia, cosa impensada, para cualquier caballo, ganador plural, clásico o perdedor de 5 años. Pero tiene un entrenador que también es crack, se llama Bob Baffert, nacido el 13 de enero de 1953, en Nogales, Arizona, Estados Unidos, padre de cinco hijos, Bode, Savannah, Taylor, Forest y Canyon, que seguramente estarán orgullosos de él, lo mantiene con los veinte puntos largos y se arriesgó a todo, a sabiendas que su caballo, iba a responder a todo. Y respondió, para alegría de su propietario Ahmed Zayat, nacido en El Cairo, Egipto, el 31 de agosto de 1962. Y ya que estamos, con la conducción de un mexicano bueno, Víctor Espinoza, nacido el 23 de mayo de 1972 en Tulancingo de Bravo, México, las cosas que está diciendo ese tipo que quier ser presidente del país del Norte, mi Dios, que es parte del caballo y que ha tenido la suerte de estar arriba del mejor caballo de los últimos tiempos.

El ganador empleó 1´47”95 para la distancia de 1800 metros, a nada del record de la pista, si su jinete lo hubiese movido “alguito” lo bajaba, sin ninguna duda, con parciales de 23”01 los 400, 46” clavados los 800, 1´9”03 los 1200 y la milla en 1´34”02.

En el final del vídeo se lo ve a Bob Baffert, saco azul, pantalón y camisa blanca, a tono con su pelo y corbata haciendo juego con su chaqueta, levantando los brazos. Abrazando a todos, me imagino agradeciendo a Dios por tener en su caballeriza a un caballo fuera de serie. La figura nunca es más firme: “tocando el cielo con las manos”