Domingo 9 de Agosto de 2015

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La antesala

DOMINGO 9 AGOSTO

Qué difícil que es colocarse frente a la máquina y decirle a nuestros queridos amigos aficionados que se fue de viaje, que murió mi hermano Eduardo. Un verdadero crack, que pasó por dos intervenciones durísimas, y siguió firme en su lugar de pasión, de trabajo, de amar a la gente que compone la familia del turf, y al caballo, un verdadero campeón. Vaya que toda la vida estuve orgulloso de él. Un capo en el colegio, en la facultad de Ingeniería, y además se recibió de Ingeniero. Un tipo inteligente a más no poder, un genio en matemáticas, con un record creo que inigualado, de los chicos que vinieron a pedir ayuda para dar los exámenes a fin de año, ni uno solo quedó por el camino, fue maestro, ya antes de jubilarse, recibiendo a veces el mal trato de alumnos y de los padres de los alumnos, cuando venían a pedirle que exima a su hijo, graciosamente, alegremente. Los tiempo cambiaron me decía, antes los padres obligaban a sus hijos para que se eduquen. El enseñaba para que sepan, estudiando, el que no lo hacía de nuevo lo iba a tener como profesor al año siguiente. Y por supuesto esas tremendas idas al quirófano, le hicieron mella, una de ellas, la última, hizo que sus riñones no operaran más. Y comenzó a ir a diálisis tres veces por semana, los martes y los jueves y los fines de semana eran de él y de las carreras de caballos. Estar con sus amigos, acertar si era posible, con los anotados de la página, claro que hicimos unos cuántos desastres. El se levantaba de su silla y gritaba, hacía que gritaba con su brazo derecho levantado, y el laringófono en la izquierda, inutilizándolo. Los días eran cada vez más pesados, por las carreras se levantaba, últimamente, ya no podía ni siquiera caminar, pero igual estaba siempre firme en la mesa de la Oficial cuando había carreras en Palermo o en la de la Agencia de La Plata. Tanta gente me ha dejado mensaje para darme el pésame, era un tipo querido, se hacía querer. El jueves pasado me llamó por teléfono y casi no podía hablar, creo que ya lo había decidido, estaba cansado de luchar y había decidido morirse. Salí como tantas veces corriendo hacia su casa, lo bajé como pude, lo subí al auto como pude, abrí las ventanillas de par en par, no podía respirar. Gambeteando autos a las siete de la noche, haciendo señas con un cartel blanco, el de Campana cuando hay cotejos importantes en Palermo y llegué al Policlínico donde tantas veces habíamos estado. Se negó a que le pongan una vía en el cuello, a la madrugada se dejó, pero ya era tarde, a las 6 de la mañana, dejó de pegar, ya no alcanzaba más. El fue con mi Tío Felix el que me llevó por vez primera a las carreras a Palermo. Estoy llorando desconsoladamente mientras escribo estas líneas. El Flaco, el querido “Quiquín” fue un modelo para mí, loco de la guerra, luchar contra todo, guapeando, ya sin venas para hacerle la diálisis, decidió irse el viernes a las 6 de la mañana. Y está bien, que descanses en paz hermano de mi vida. Te quiero.

duelo

por Osvaldo Martinez

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