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La antesala

MIÉRCOLES 29, SAN ISIDRO

Y van a tener que cambiar, otra no queda. Es así, la gente a la que le resultaba difícil ir a visitar a sus padres, a sus abuelos, a sus nietos, a sus hijos, a sus amigos, a sus seres queridos, tienen que aprovechar estos momentos vividos durante la cuarentena. Quién diría que hace 40 días que no salimos de nuestras casas. Y los que a cada rato maldicen su trabajo, los que siempre están esperando las vacaciones, los que a cada momento tienen mala cara, malhumor, mal carácter, los perversos, los que se dan vuelta en sus pensamientos porque les conviene, los mentiroso, los rencorosos, los imbéciles, los inútiles, los que cobran y no trabajan, los ventajeros, los odiosos. Es hora que se den cuenta que la vida es otra, que tener un trabajo, sea cual fuere es divino tesoro, que hace nada no lo cuidabas, te importaba poco la empresa, irresponsable al cien por ciento, ahora te diste cuenta qué importante era tu puesto, tu lugar en el mundo. Ahora el virus te noqueó en el primer round, para que veas lo insignificante que somos, y tu futuro tambalea, esperando que algunas de las ayudas del Gobierno te cuadre para dar de comer a tu familia. Hay que valorar lo que se tiene, lo que se logró con esfuerzo, con trabajo, con dignidad, con honestidad. El martes por la mañana, desayunando, tiene que ver con lo que estoy escribiendo líneas más arriba, Antonio Laje, en su programa de televisión conversaba con el Escritor y Filósofo Santiago Kovadloff. Siempre tan interesante, tan inteligente, me sorprendió cuando dijo en la charla “el país está quebrado”. Durante los años de la presidencia de Mauricio Macri dijo todo lo contrario, que teníamos un destino divino, cambiando su pensamiento a meses de haber asumido Alberto Fernández, con el coronavirus colgado de cuello. Fue el virus en un mes, fue Alberto en dos meses o fue el gobierno anterior que durante cuatro años estrelló la calesita con el mejor equipo de los últimos 50 años. Sí, fue.

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por Osvaldo Martinez