Campana de Largada - Turf Argentino

HAY QUE APLAUDIR Y NO DEJEN DE APLAUDIR. POR LA CRIANZA DE DIANA LORENA DE PERKINS Y EL ESTADO QUE LE SUPO DAR JULIO PENNA. ALTAIR HIZO EL RESTO

Había tantos, pero tantos caballos, para quedarse con el primer premio de la sexta carrera, que la gente trató de hacer su último estudio en el paseo preliminar, para poder descifrar lo difícil que se presentaba.

Que Seitz y Alma de Acero, habían corrido fenómeno, uno en su segundo intento y el otro con un quinto espectacular y pilotos no le faltaba a ninguno de los dos, ambos están intratables de un tiempo a esta parte.

Vandálico Honor, Pure Manuel, Afiche, Mi Número, Milagroso Black e Idolo Americano, también tenían lo suyo. Y por si estábamos plagados de ejemplares con algún que otro antecedente, se mostraban los debutantes como si ya hubiesen corrido varias carreras y camino a los partidores, dos de ellos, principalmente decían a los gritos hacia las tribunas, “me pueden jugar tranquilamente”.

Ellos eran Increíble del que se decía que tenía un corridón, como para ganar por varios cuerpos y el otro Can Approve, un tordillo con crianza de primera, un cuidador que donde pone el ojo, pone la bala y un jockey inspirado, como Altair Domingos. Pero nadie quedó conforme con todas estas vistas y pareceres y salieron firmes, quedándose con el favorito de todos, el siete, Capolicho, que en el final apenas si pudo colgarse del cuarto lugar.

El triunfo fue para el tordillo hijo de Lasting Approval, del Stud Río Plate, nacido y criado por el Haras San Francisco de Pilar. Viajó con muchos tropiezos, hasta que Altair lo fue sacando al descampado en plena recta y a partir de los 250 al disco fue una verdadera máquina de correr. Con ágiles brazadas cruzó la sentencia con cuatro cuerpos en 1´21”29 para los 1400 en diagonal, con estos parciales: 22”63 los 400; 45”86 los 800 y las doce cuadras en 1´8”93.

Como siempre en el recinto de los vencedores estaba casi toda la familia, aunque faltaban algunos con aviso, del entrenador Julio Penna, que fue a recibir a su caballo abrazado de su hermano Willy.

A cada rato me pregunto que pasaría si Julio tuviese 50 caballos a su cuidado. Igual creo que no aceptaría tantos, pero de lo que estoy seguro que estaría sacando caballos ganadores todos los días y en todos los hipódromos.

Es lo que pienso de un gran profesional y de un gran tipo. ¡Firma y sello!

Un crack…