Campana de Largada - Turf Argentino

¿Cómo fue el comienzo de tu vínculo con los caballos?
Mi infancia fue maravillosa, tengo muy lindos recuerdos. Crecí entre caballos y desde muy chica que estoy involucrada en esta actividad ya que los integrantes de mi familia paterna fueron trabajadores del turf. Mi papá, mi abuelo y mi padrino fueron jockeys. Actualmente mi padrino que es hermano de mi papá también es entrenador. Recuerdo de muy chica, como disfrutaba acompañando a mi papá en cada viaje a distintas provincias o a capital. En ese sentido, él compartió mucho su profesión con la familia y desde que tengo memoria supe que quería ser jocketa. Íbamos a Córdoba San Juan a correr los clásicos más importantes de cada provincia y disfrutaba mucho esas experiencias de viaje. Una de las cosas más lindas que me quedan es haberlo visto correr y ganar los clásicos más importantes de Mendoza.

Por parte de tu mamá, ¿también tenes “antecesores” en el turf?
Por el lado de la familia de mi materna cero caballos (risas). Mi mamá sufre mucho cuando corro, pobre, no puede ni mirar las carreras!. Cierra los ojos y se pone a rezar hasta que le avisan que se terminó. Pero mi familia es un gran sostén para mí. Ellos están muy pendientes de mi carrera, me apoyan en las buenas y mucho más en las malas. Somos muy unidos. Cada vez que puedo los voy a visitar.

El proceso de comenzar a correr, ¿cómo fue?
Al principio lo hacía en mis tiempos libres. Primero tenia que estudiar y si me iba bien en el colegio podía ir a correr los domingos. De a poco lo fui haciendo con más compromiso. Comencé a trabajar ayudando a los peones. Me hice bien de abajo. A los 14 fui peona. A la mañana estudiaba y trabajaba por las tardes. Aprendí a varear y fui escuchando las enseñanzas de mi papá y mi padrino.

¿Cuándo tomas la decisión de venir a Buenos Aires?
En enero de 2017 me viene para inscribirme en la escuela de jockey de San Isidro. Ahí se me cumplió uno mis sueños que tenía de siempre. Costo tomar la decisión de dejar la familia. Yo allá estaba cómoda y tenía todo lo que necesitaba, pero sabía que para cumplir mi objetivo debía venir a Buenos Aires. No lo dudé, aunque tuve que arrancar de cero.
Es sacrificado, pero disfruto mucho todo esto. De lunes a lunes trabajo en Palermo con Carli Etchechoury de Rubio B. Martes y Sábados en campo 2 de San Isidro con los cuidadores Quique Ferro y Alberto Calcagno. Cuando tengo un tiempo libre, aprovecho para salir a correr o a entrenar y comparto un rato con los chicos que trabajan en los studs.

¿Como es tu relación con las otras jocketas?
Con las otras corredoras tenemos muy buena relación. Nos llevamos muy bien y nos respetamos.

¿Qué análisis haces sobre la cantidad de montas que les dan?
Me gustaría que nos den más oportunidades a las jocketas. Que los hipódromos le encuentren la vuelta para que podamos tener mayor cantidad de montas. Tal vez alguna programación especial. La mayoría de las mujeres somos muy trabajadoras, estamos trabajando todos los días con los caballos, pero no se nos brinda la chance. Tenemos que trabajar el doble o triple que un chico para que nos den un caballo para correr.

¿Cuáles son los objetivos que tiene Flor Gimenez para lo que resta del año?
Ya cumplí varios, recibirme de aprendiz, venir a Buenos Aires a competir con los mejores. Otro de mis sueños que pude concretar hace poquitos días en el Hipódromo de La Plata, fue correr contra Lucrecia Carabajal que es una de mis principales referentes. Mi meta personal más grande es lograr los 120 triunfos que necesito para recibirme como jocketa profesional. Se que tarde o temprano lo voy a conseguir. También tengo la expectativa el día de mañana de poder ir a competir al exterior representando a Argentina. Espero poder llegar hasta el último día del año corriendo, sin lesiones y sumar algunos triunfos más. Lo principal es poder terminar sano y seguir trabajando para buscar mejorar los resultados.