Domingo 31 de Octubre de 2010

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SUPERVIVENCIA

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por Eduardo Martinez

La mano venía tan mal que ese viernes no había San Isidro para él.
Provisto de mate, termo y paquete con bizcochitos- las finanzas no daban para más- cruzó a la placita de enfrente y se despatarró al solcito en un banco.
Era necesario encontrar alguna salida, siendo que al día siguiente estaba anotada en Palermo una yegüita que había visto colgarse del marcador y no podía perder.
Por un momento se bajoneó al acordarse de las palabras de Juancito Vázquez, de figura quijotesca y pensamiento analítico: “Con los caballos que vos jugás, no hay forma humana de que puedas salir de la peladura mortal.”
Pero enseguida se repuso diciéndose que la yegua iba a ganar, por lo cual era imperioso conseguir fondos, extinguidos ya los obtenidos por aquel gran acierto de una cadena.
Bueno, acierto lo que se dice acierto de acertar los caballos no había sido. Acierto porque se tiró un lance que le salió muy bien. Le gustaba recordarlo para darse ánimo y emprender nuevos logros.
La cosa fue así: Estaba en juego un pozo muy grande producto de varias vacancias consecutivas.
Los “bagres” que cruzaron en los cinco primeros pases hacían presagiar que era muy difícil que quedara alguien en pié. En una mesa cercana a la suya estaba Gustavo Santojanni, el mejor jugador de las carreras que había conocido en su vida.
Primero porque era un entendido, que estudiaba a fondo y veía todas las carreras de todos los hipódromos, y segundo porque en base a ello la ponía de firme y sin pichuleos.
Si había alguien que tenía los cinco porotos, no dudó que ese alguien era Santojanni.
En ese último pase corría la fija de la reunión, que no podía perder y difícilmente diera más de uno cuarenta. Razonó que el hombre lo tendría clavado y aprovechó su chapa de figurita conocida en el ambiente cercano.
“Ahoro corro con este que no debería perder…pero, me caí en la cadena y encima mi socio no pudo venir. Me parece que lo veo correr y en la próxima cobramos algún pesito más…” tiró como comentario cerca del encadenado asegurándose que era escuchado.
“¡No podés hacer eso!” reaccionó Santojanni que ya se veía como ganador único del pozo, revelando que el pícaro había acertado de pleno.
Y enseguida lo “subieron al barco” con la promesa del veinte por ciento de lo que se cobrara si el caballo iba bien.
“Bueno, te agradezco…con un incentivo así quedate tranquilo que los pierde de vista” respondió, y tras el triunfo sólo tuvo que justificar que no iba a la foto porque no quería figurar.
-¿Qué hacés, Mingo?
El saludo de Cacho que pasaba por allí lo sobresaltó, sacándolo de sus cavilaciones.
-Y…ya lo ves….acá estoy…
- Si no tenés nada que hacer me podrías acompañar a comprar la pintura para el club. Hay que traer 5 latas de 20 litros .
-¡Eh!...¡tanto precisan!
-Y…todo el club más el sector nuevo para los jubilados. Y sale más o menos 240 la lata…aquí tengo la plata…mil doscientos.
-Pará…pará…menos mal que me dijiste…tengo un primo que tiene ferretería, anunció Mingo al tiempo que marcaba un número en el celular.
-Soy yo, Ñato…mirá, necesito que me mandes 5 latas de 20 litros de pintura…pero a precio especial para mí ¿eh?. Yo después te llevo la plata. Te doy la dirección…………………………………………………………..
El primo existía y la ferretería también. No era cierto en cambio el descuento prometido de 60 pesos por lata, usado para abrochar la operación y embolsar rápidamente 900.
Así, todo el mundo había quedado contento.
Incluso el Ñato, porque la yegua iba a ganar y se dijo que le pagaría con sobreprecio.
Si perdía, habría que hacer valer su condición de sobrino preferido de esa tía.

Sábado:

En puntitas de pie entró al escenario mayor. El sol atacaba recta abajo. Aguardó el paseo y encaró la ventana con toda su furia. Ganadores, exactas, dobles, triplo y cuatrifecta. Siempre con su yegua a la cabeza. Una fija de aquellas.

Venía cortada en los 300, cuando de pronto me tiraron una de la tribuna. En los 200 se puso a dos cuerpos, en los 100 a uno y faltando 50 la empardó. Mi jockey preferido lo fue abriendo, pero juro que sin molestar. ¡Ventaja mínima!. Amarilla al tope y después de un siglo, eso me pareció, la bajaron. Chiflé, patalee, grité, esto es un choreo, ladrones, pero no me dieron bola. En la de frente se ve clarito que no molesta. Manga de sinvergüenzas…

Lunes:

¡Tía…Tía!, Mingo…¡Tía!.
El sábado me afanaron.

Venía apurado para llegar temprano a casa y me sale un chabón de atrás de un auto y se me pone a la par. No me gustó su actitud y lo voy llevando para afuera, pero sin molestar, viste Tiita, y de pronto el tipo saca una máquina y me la pone en la espalda y me dice…

Tal cual. Verdad, verdadera…
 

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