Jueves 25 de Agosto de 2011

  • Agrandar tipografía
  • Achicar tipografía
  • Imprimir
  • Recomendar nota

Postales

LOS GRITOS SAGRADOS

PANTALLA GIGANTE: 29; PRISMATICOS: 1

postales

por Eduardo Martinez

Cuando consideramos los cambios en las últimas tres o cuatro décadas en la relación espectador-espectáculo de nuestro querido turf, no podemos menos que asombrarnos.

Aquellas carreras sin sucursales, léase agencias, tenía a su grey en las tribunas.

Vienen al recuerdo aquellos playones de las populares o especiales con la gente de pie, enfocada directo a la pista. Epoca todavía ayuna de T.V. Sí, era todo un espectáculo situarse a la altura de la entrada a la recta, en el fondo de la popular de cualquier hipódromo, y ver todos esos brazos levantados, donde todos gritaban a todos.

Convengamos que un porcentaje pequeño portaba prismáticos y se arrancaba en el aliento casi por contagio, sin tener una individualización total. Esto se potenciaba en carreras numerosas y parejas donde al paso del pelotón todos los que jugaron a Jara lo vivaban y lo mismo todos los que jugaban a Etchart. Esa especie de ola se iniciaba en el codo e iba acompañando el paso de los caballos, incluso hasta momentos posteriores al cruce del disco.

Venía entonces una etapa de incertidumbre, la confirmación definitiva era la colocación de las chapas en las pizarras de sport.

Antes se habían cruzado apuestas de cubierta y comentarios como: - Jara vuelve de los palos, ganó él.

Si había bandera y alguien daba usura o compraba boletos, era de sospechar que algo sabía a través de alguna seña.

¡Qué tiempos aquellos de tribuna!. El Topo Sanguinetti tuvo su “barra” con bandera y todo, que hacía de cada paseo una fiesta de vitores y aplausos. El desplazamiento se producía entre carrera y carrera a los efectos de apostar y la ida y vuelta a las ventanillas involucraba un continuo bajar y subir escaleras

La tecnología cambió todo. La mayoría está sentada y con la ventana para jugar a mano.
Ahora la carrera está en pantalla. El aficionado está más metido en ella. Hay mandiles con colores internacionales que ayudan mucho (a propósito digamos que Palermo no los ha adoptado aún) y el final se repite con cámara detenida en el disco y luego en cámara lenta.

Ha disminuido notablemente la incertidumbre posterior al final, aún habiendo bandera. Se sabe más. La televisación ha metido al espectador en la carrera de manera tal que permite poner en juego la impresión personal para próximas confrontaciones. Esto más allá de las cualidades del aficionado, porque siempre había quién no las “ve bien”. Imaginemos lo que sería para ellos antes, con tanto recursos menos.

De esta relación más estrecha entre espectador y espectáculo ha surgido otra comunicación del apostador con su apostado. El aficionado, cómodamente sentado, viene “corriendo” la carrera. Comenta, da hipotéticas instrucciones y hasta “propone” desarrollos.

La comodidad y la correcta apreciación han mejorado la calidad del aliento, y en este sentido se escuchan expresiones realmente ingeniosas.

- ¡Por poco, Adrián!
- ¡Corto!, ¡Terminá con esta farsa!
- ¡Pablito, mostrale los documentos!

El querido Amadeo, de mesa vecina en la Especial de Palermo, ha esperado el momento inminente a la partida o el suspenso infinito cuando bajan las chapas de una bandera para soltar en medio del silencio la recomendación: -¡No respire!- de connotaciones radiológicas que tiene visos de gran expectativa.

Guillermo Aurelio, difícil encontrar tanta pasión por el turf concentrado en una persona, nos regaló esta perlita hace poco: observando la carrera donde intervenía un caballo del cual era copropietario, tenía en cuenta que venía de superar un pequeño problema cardíaco, por lo cual se le había recomendado no inmiscuirse en emociones fuertes.

Cuando Es Tintorero, Lucrecia Carabajal up, pasó a ganar a 200 metros del disco, Guillermo comenzó a clamar - ¡Ambulancia!... ¡Ambulancia!.

Ha sido la primera vez que se gritó al que venía último y desconectado.

Las palmas recientes se las llevo el aficionado Jorge Hourani, otro conocido habitué. Se trata de un estudioso dedicado a los jueguitos plurales, con la clave según el mismo lo dice, de encontrar el que va “clavado”. Su aliento a ese puntero de magro sport que tiene “pelado” está dando en La Plata por el grito: -¡Palos colorados!... ¡Palos colorados!.

Como se sabe, entre los doscientos y los cien los palos están pintados de azul y de los 100 al disco de rojo. El clamor es para que el caballo recorra estos últimos metros a cubierto de atropelladas molestas.

Vez pasada, con definición en la arena de San Isidro, el hombre arrancó:
-¡Quiero ver el agua!... ¡Quiero ver el agua!.

Recién ahí se cae en cuenta que cuando la cámara panea acompañando al puntero, la proximidad del disco implica que se vean las aguas del laguito central. La visión del agua, entonces, denota la inminencia del cruce.

Digamos entonces que la técnica, que ha revolucionado el espectáculo, va formando espectadores, que con mayor comodidad y apreciación, pueden poner lirismo e ingenio para gritar a su caballo.

Dejar un comentario:

Los comentarios suscriptos son regulados por el administrador y posteriormente publicados.

Hay 1 comentarios:
  • #1 - eduardo durante

    Ja ja, buenísimo... La verdad, me reí de buena gana. Muy linda la nota. Felicitaciones y...No respire!..jajaj

    08/09/2011 13:24 hs.

Artículos Relacionados

Artículos más vistos

Ver notas anteriores

Desarrollado por Camboya Digital Media