Campana de Largada - Turf Argentino

GENTE QUERIDA ME ABRAZO EN UNA NOCHE PRECIOSA PARA EL RECUERDO Y ME BRINDARON LOS APLAUSOS QUE ACARICIARON MI CORAZON, MI ALMA, MI PERSONA

Estoy feliz, contento, mis esfuerzos, mis trabajos, mi querer informar cada vez más, ser querido por la gente del turf, haber formado una familia divina, una mujer maravillosa, con tres hijos campeones y con nueve nietos todos hermosos, divinos, la alegría de vivir, todo eso me llegó al medio del corazón, cuando Marcelo Durán llamó al Dr. Héctor Silva al estrado para entregar una mención especial a Osvaldo Martínez por su trayectoria. Uno está muy acostumbrado a entregar trofeos y homenajear a nuestros profesionales, a los más conocidos y a los menos, normalmente, da mucho gusto personal, cuando le toca a los segundos, por el valor que le dan a los premios, por no ser muy seguidos. Cuando Marcelo dijo mi nombre y mi apellido, me dirigí solo de las sombras donde estábamos, a la luz del escenario, suelto, contento, agradecido. Me iban a entregar la Mención Especial por la Trayectoria, un día de la Distinciones Pellegrini, un honor y nada, ya estaba por irme del estrado, cuando miré a la primera fila, fue un segundo, pero que Juan Carlos Bagó, que Gustavo Posse se hayan levantado de sus asientos y con mucha felicidad, sonrientes, me aplaudieran de pie, sentí, que tenía que responder tantos afectos. De personas que me quieren de verdad, y también estaban Enrique Olivera, Juan Carlos Echeverz, toda la Comisión de Carreras de San Isidro y muchos más. “Lo lograron”, dije, con la voz entrecortada, “me hicieron emocionar”. Hablé de los jóvenes periodistas que también recibieron su premio y en la despedida, solo atiné a decir “Es fantástico recibir una sorpresa así, pero me hubiese gustado saberlo, para que mi familia esté presente”. Y los aplausos y las felicitaciones y tanta buena onda. Y los abrazos y tanto cariño. Todos me saludaban y agregaban “muy merecido” y eso me hizo mejor. Respiré hondo, el corazón hizo un salto mortal desde que fui caminando hacia el estrado, hasta que bajé con mi trofeo apretado contra pecho.

Gracias, muchas gracias. Me hicieron ver la felicidad, sí, voy a recordar este momento.